¡Si lo tuyo es la vida temeraria David Alan Harvey será uno de tus fotógrafos preferidos!
Porque eso es Harvey: un temerario explorador de culturas, que lleva a su lado siempre su “maquinita” fotográfica y una dosis de optimismo y confianza que toca las leyes de lo imposible.
¿Listo para comenzar?
David Alan Harvey: la vida y los inicios
David Alan Harvey nació el 6 de Junio de 1944 en San Francisco, y como muchos grandes fotógrafos comenzó a tomar fotografías muy pronto.
Con las ideas claras desde joven se procuró su primera fotocámara, una Leica usada, ahorrando el dinero que ganó con sus consignas de los periódicos.
A los doce años se limitaba a tomar fotografías de su familia y de su vecindario.
Pero a los veinte ya merodeaba por Norfolk, en Virginia, documentando la vida de las familias de color… ¡en plena segregación racial!
Estudiando, mientras tanto, arte, enfrascado en particular en la pintura francesa, que desde entonces influirá fuertemente en su estilo.
Completado el recorrido educativo en la escuela de periodismo de Missouri, pudo dedicarse por completo al trabajo personal y al que hacía para National Geographic para quien tomará un número impresionante de fotografías por todo el mundo.
Será sobre todo el trabajo independiente el que le otorgue el título de “fotógrafo del año” en 1978 y la admisión en la Agencia Magnum en 1997.
En la vida tendrá ocasión para viajar mucho, por trabajo y por placer, mostrando un interés inconfundible al acoger la realidad bajo perspectivas múltiples.
Interés que lo pondrá en situaciones incómodas y arriesgadas, a menudo, de las que saldrá gracias a su espíritu valeroso y resuelto.
“Se requiere de mucho trabajo para vivir la vida que se quiere vivir, pero es lo que estoy haciendo” —David Alan Harvey
El estilo y el pensamiento de David Alan Harvey
¿Recuerdas cuando te hablé de la pasión de Harvey por los pintores del impresionismo francés?
Harvey había quedado fascinado desde joven por estos artistas que, en desafío a los clásicos, osaban salir del encierro del taller para pintar el mundo como lo veían, incluso en sus aspectos “profanos”, privilegiando la sustancia sobre la forma.
Y quiso llevar este mismo estilo en sus fotografías, naturalmente actualizándolo al siglo veinte.
Y maximizándolo con su extrema curiosidad por las situaciones difíciles, que muchas veces le llevó a afrontar el peligro para poderse confrontar de lleno con el mundo que trataba de retratar.
Pero ¿por qué arriesgar tanto?
¿En verdad era necesario mezclarse con los narcotraficantes, o con los gángsters, en cualquier barrio bajo de América Latina? ¿No habría podido observar el crimen, la pobreza, la injusticia y la violencia desde lejos?
Para David Alan Harvey la respuesta es simple: “no”…
No existen medias tintas para él, y ¡el único modo de conocer verdaderamente algo es vivirlo de primera mano!
Harvey se sumergió así en un análisis completo de realidades bien definidas, explorándolas no solo de forma horizontal (viajando de aquí para allá), sino también de forma vertical, es decir, cruzando las capas sociales y los eventos que caracterizan las vidas de sus miembros.
Pero la temática que más vincula todos los fragmentos del trabajo de David Harvey es, sin duda, el amor indiscutible por la vida en todas sus facetas.
Todos los esfuerzos del fotógrafo son concentrados, durante toda su carrera, en el intento de reunir fotografías que muestren toda la “humanidad” posible.
En cuanto al estilo, en cambio, deja ver una espontaneidad casi descuidada.
Muchos fotógrafos son reconocidos por haber sabido ligar un estilo inconfundible (por ejemplo los violentos contrastes de Martin Parr, o el mágico y perfecto blanco y negro de Fan Ho) a su propio nombre y a sus imágenes.
En cambio, en David Alan Harvey no encontramos esta unión. Al contrario, ¡él sostiene abiertamente la supremacía del contenido sobre la forma! (¡De nuevo, los impresionistas!).
Por lo tanto, en sus fotos, hay poco espacio para el manierismo de la composición fotográfica, para las complicadas y frias composiciones que hemos visto, por ejemplo, en el estilo de David LaChapelle.
En su lugar hay sensibilidad, curiosidad, amor por la vida y espontaneidad.
Todo envuelto en contextos cambiantes que corren entre lo romántico, lo amargo, la nostalgia.
“Quería volver a lo que hacía al principio: una cámara de foto, una lente, una película. Debes, verdaderamente, correr el riesgo para ser creativo”. —David Alan Harvey
David Alan Harvey: los viajes y las obras más significativas
En David Alan Harvey, más que solo la foto es el “proyecto fotográfico” lo que en verdad cuenta.
Su atención no se dirige a buscar la perfección del la toma única, sino al deseo de contar historias complejas a través de una serie de imágenes.
Y no por casualidad, sus trabajos más famosos son todos reportajes.
Tell it like it is, de David Alan Harvey
En los años ‘60 David Alan Harvey era un veinteañero, y en aquellos tiempos dos temas en particular despertaban la sensibilidad de la opinión pública: la guerra del Vietnam y el movimiento para los derechos civiles.
Harvey decidió entonces contar la vida de las familias afroamericanas dada la prospectiva de una sola de ellas, los Liggins.
Una familia del gueto de Norfolk, con 7 hijos, con mucha disposición para con el fotógrafo, y que le permitió observar por alrededor de un mes su vida desde cerca. (Aquí tiene un ejemplo de la “verticalidad” de la que te hablaba antes).
El resultado es reunido en el libro “Tell it like it is”.
En lugar de recorrer el gueto para proporcionar una panorámica de las condiciones de vida miserables de la población afroamericana de aquellos tiempos, Harvey prefiere dejar que sea el observador quien desarrolle por inducción esta consciencia.
Este proyecto fotográfico, decididamente valiente e innovador para los tiempos, le procuró la primera notoriedad, y le permitió comenzar a trabajar con continuidad para la revista National Geographic.
Cuba, de David Alan Harvey
Precisamente para National Geographic Harvey realizará, 30 años después, otro de sus servicios más importantes, el de la Isla de Cuba.
En los años ‘90 Cuba todavía era una dictadura cerrada al mundo exterior, bloqueada en un mundo de paradojas.
Tomó fotografías merodeando por los barrios más pobres, participando de las fiestas, observando a las personas en lo cotidiano.
El estilo de Harvey cambia siempre cuando retrata a los niños, a menudo las imágenes se hacen más silenciosas, menos caóticas, más solitarias. Esta foto fue usada para la portada del libro “Cuba” y hasta hoy es una de sus fotografías más famosas.
Divided Soul, de David Alan Harvey
También en América Latina, David Alan Harvey realiza otro de sus reportajes más famosos: “Divided Soul”. Obra en la que se puede percibir toda la madurez del pensamiento del fotógrafo.
Lo comenzó como un simple servicio fotográfico sobre la cultura Maya, pero su atención cayó pronto sobre la pregunta “¿Quiénes eran y quiénes son hoy los mayas?
Empujado por la investigación, pasó años paseándose por Yucatán en búsqueda de una respuesta, reconectándose a menudo también con los temas del anterior servicio cubano.
Pero no solo se limitó a esto. Decidió conectar, finalmente, a víctimas y verdugos, conquistados y conquistadores.
Y así nació en él el deseo de conocer también a los Conquistadores, para comprender quiénes eran estos sacerdotes y estos soldados que un tiempo sometieron a la América Latina.
El simple servicio fotográfico sobre los Mayas se convirtió así, a través del hilo conductor de la cálida emotividad que trasmiten estas dos culturas, una búsqueda especular entre Sudamérica y la Península Ibérica,
Una investigación que duró, con algunas interrupciones, por casi 25 años.
Y durante la cual el ojo de Harvey no puede hacer más que caer en las similitudes que hacen una el “alma dividida” de estos dos pueblos latinos.
La primera fue tomada en España, donde Harvey encontró a una niña por la calle que eligió esta pose en particular; la segunda en América donde un chico que se lava casualmente asume con un brazo una pose similar.
Based on a true story, de David Alan Harvey
Habría todavía muchas más obras de las qué hablar, sin embargo, quiero concluir con “Based on a True Story”.
Una de sus últimas obras, ganadora de nominaciones y premios, aclamada por la crítica, esta obra es una epopeya dramática en las calles de Río de Janeiro.
Las fotos, que comparten una etérea conexión, transcurren espectaculares y brillantes mostrando todo aspecto de la vida de Río, cerrada entre los pasillos sofocantes y las playas.
“Based on a True Story”, de David Alan Harvey. Se requiere cierto “pelo en pecho” para encontrarse en una favela de Río de Janeiro para tomar una foto como esta.
Hasta hoy, David Alan Harvey permanece como uno de los mayores exponentes de la fotografía contemporánea y tras 70 años todavía se encuentra en efervescente actividad.
Su trabajo se concentra mucho en lo social y en el internet, en particular, alrededor del sitio y la revista Burn, verdadero trampolín al éxito para tantos fotógrafos.
Una Lección de David Alan Harvey
¿Qué podemos aprender observando, tal vez en vivo, de un maestro de la fotografía?
Seguramente muchísimas cosas.
Sin embargo, la verdadera pregunta que hoy quiero hacerte es: ¿Qué querría enseñarnos un maestro de la fotografía como Harvey?
Si has intuido qué tipo de persona es, entonces tal vez ya te hiciste una idea: el valor.
