Dorothea Lange fue una fotógrafa documental americana, pionera del reportaje, ejemplo de talento, independencia y emancipación.
Activa en uno de los periodos más oscuros conocidos por los Estados Unidos, ha inmortalizado con sus fotografías una generación entera de derrotados y sufrientes, dejando un testimonio histórico inestimable de los años de la Gran Depresión.
“Hay lugares donde una fotografía únicamente puede decirnos lo que vemos con nuestros propios ojos, y hay otros en los que nos demuestra lo poco que nuestros ojos nos permiten ver”- Dorothea Lange
Juventud e inicios de Dorothea Lange
Nacida en New Jersey, USA, en 1895, vive muy joven dos experiencias traumáticas que condicionaron fuertemente su existencia: la polio y la fuga de su padre.
Se enfermó de polio a la edad de 7 años, llevará para siempre en la piel las marcas indelebles de ese mal terrible bajo la forma de una malformación en la pierna derecha que la deja cojeando.
A la edad de 12 años asiste a la fuga injustificada de su padre.
Estos dos traumas tendrán un papel fundamental en el proceso destructivo y reconstructivo de su personalidad: su malformación, fuente de vergüenza, se convierte para ella también en una maestra de vida, un recordatorio indeleble del valor de las cosas simples, que damos por descontadas.
La fuga del padre, si bien dolorosa, forma en cambio en ella un fuerte sentimiento de independencia y autodeterminación, no común para una mujer de esos tiempos: “Lange” es precisamente el apellido materno que Dorothea decide adoptar, en lugar del apellido del padre.
En su juventud se traslada a New york con la familia, y va a vivir en el área de Manhattan, en una zona en aquellos tiempos pobre y de mala fama, habitada de todo tipo de migrantes.
Dorothea Lange tiene así la posibilidad de crecer en un melting pot de culturas y estratos sociales, nuevos comerciantes e hijos de obreros.
“Una realidad deliberadamente ignorada es la de la pobreza crónica que golpeaba a muchísimos en las ciudades de las naciones más avanzadas del mundo. Jacob Riis, el autor de esta fotografía, fue uno de los primeros en dibujar un retrato de ese mundo.”
Mientras los años pasan entre un paseo y otro por las calles de los barrios portuarios de New York, Dorotthea Lange consigue el diploma e inicia a trabajar en un estudio fotográfico, para ayudar a su madre a sostener los gastos de la familia.
Asiste además a un curso de fotografía, en la University of Columbia, donde conoce a Clarence Hudson White, otro célebre fotógrafo de aquellos tiempos, que la describe como una alumna indisciplinada pero talentosa.
La definición no sorprende, visto que White era uno de los más distinguidos exponentes del pictorialismo, movimiento fotográfico en las antípodas de la poética de Dotrothea Lange, que se unió en cambio a los exponentes principales de la straight photography como Ansel Adams y Edward Weston.
Terminados los estudios, se embarca con una amiga de la infancia hacia un viaje-aventura con destino, al menos en las intenciones, al mundo entero.
Pero, el viaje de Dorothea termina mucho antes de lo previsto: desprovistas de dinero suficiente las dos mujeres se tienen que detener en New Orleans y después en San Francisco trabajando para reunir el dinero necesario y reanudar el viaje.
Y el punto de inflexión viene, para Dorothea Lange, precisamente en San Francisco, cuando la fotógrafa decide abrir, por el consejo de un antiguo jefe de trabajo, el propio laboratorio en esa misma ciudad, en 1919.
Su talento para los retratos aumenta rápidamente su fama entre las familias acaudaladas, las cuales la introducen en varios círculos fotográficos.
“Particularmente eran pedidos este tipo de desnudos, bastante púdicos, comisionados por las familias ricas judías de San Francisco. 1920.”
Se casa con el pintor Maynard Dixon y vive una vida la mayor parte tranquila, al menos hasta que no llega la caída de la Bolsa de Wall Street en 1929.
Dorothea Lange y la American Odyssey
“Las palabras que vienen directamente de las personas son las más importantes…Si sustituyes una de ellas con otra de tu vocabulario, el significado desaparece.”- Dorothea Lange
Con la gran crisis del 29, algo se despierta en Dorothea, una vocación que había sepultado bajo una vida más mundana y detrás de la idea de poder dedicarse a la familia y a la rutina.
El llamado, la “misión”, la empujan a aventurarse en los lugares de las manifestaciones, ahí donde se condensan la miseria y la rabia.
“Un hombre en espera de poder recibir la propia ración de pan. El alimento era distribuido con irregularidad a los indigentes. 1929.”
“Hombres desocupados en fila”
“Un policía deambula circunspecto durante una manifestación de trabajadores”.
El clima incandescente que anima a las masas populares durante la crisis genera a su vez respuestas agresivas por parte de la elite: el miedo que el comunismo pueda encontrar terreno fértil en el descontento se hace concreto y la respuesta de las fuerzas del orden inaugura un periodo de violentos enfrentamientos.
Cuando las revistas y los periódicos comienzan a adquirir y publicar sus fotografías, Dorothea Lange abandona definitivamente el ambiente reconfortante de su estudio fotográfico para seguir su propia “vocación”.
De ahí en poco tiempo se divorcia del marido, demasiado concentrado en sí mismo y nada dispuesto a aceptar la fuerza e independencia de su esposa.
El éxito de sus reportajes la guía, detrás a las solicitudes de un profesor, en la California rural, donde la situación se presenta aun más grave.
Aquí conoce a Paul Taylor, economista y futuro segundo marido de Dorothea, con quien inicia a trabajar para una serie de documentales comisionados por la F.S.A (Farm Security Administration) de Roy Stryker: renombrada agencia documentalista americana, célebre por la colaboración con numerosos fotógrafos.
“Las familias campesinas, que se quedaron faltas de tierra y dinero, estaban frecuentemente obligadas a moverse a pie por larguísimas distancias, totalmente expuestas a malvivientes, desesperados y a la intemperie.”
Las fotos de Dorothea Lange dibujan el cuadro de una época en la cual miles de prófugos americanos, abandonan sus tierras, vagando sin meta en busca de un empleo cualquiera.
Estos prófugos deben dormir en el auto, en refugios improvisados o en campamentos de acogida construidos por el servicio civil estadounidense. Hay hombres, mujeres, muchísimos niños y ancianos.
“Una familia se asoma tímidamente de una tienda, refugio sofocante en verano y gélido en invierno.”
Dorothea, gracias a la confianza que había adquirido en su juventud, rápidamente logró disipar la desconfianza de los sujetos que toma.
Habla con ellos, deja que le cuenten la propia historia, toma la costumbre de anotar, bajo cada fotografía, lo que descubierto sobre las personas a quienes fotografía.
The Migrant Mother
Fue precisamente durante la exploración de uno de estos campamentos improvisados que conoce a Florence Leona Christie Tompson, “The Migrant Mother”, la mujer que se convertirá en símbolo del sufrimiento de los campesinos americanos.
Nació una secuencia de 5 fotografías entre las más famosas de la historia de la fotografía, entre las cuales te presento una aquí abajo.
Bautizada como “La Madre Migrante” Florence se vuelve famosa, y su historia ayudó a recabar numerosas simpatías a favor de la causa.
Los campos de concentración para japoneses
Después del ataque a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, Los Estados Unidos entraron a la guerra contra Japón y las otras potencias del eje.
Al miedo del comunismo se agrega así el temor de posibles sabotajes por parte de los japoneses y de los japo-estadounidenses residentes en los Estados Unidos.
El presidente Roosevelt autoriza entonces una serie de actos que promueven la persecución de las actividades japonesas en suelo estadounidense, y de los ciudadanos cuya lealtad podía, por razones más o menos validas, ser puesta en discusión.
Nacen así una serie de campos donde vienen encerrados todos los que representan una potencial amenaza al orden público.
Dorothea Lange, como la gran parte de los intelectuales de la época, acoge negativamente esta resolución, que parecía recalcar, al menos en parte, las leyes raciales nazis.
Decide así dedicar la atención de su objetivo fotográfico a los prisioneros japoneses.
“Ceremonia de bandera para los niños del campo.”
“Padre e hijo. 1942.”
La aprobación y la habilidad demostrada durante la Gran Depresión le valen el boleto para visitar estos lugares, sin embargo nunca la dejan sola, los militares la controlan siempre.
Y fueron precisamente los militares a ocultar por 30 años las fotografías de esos polvorosos campamentos donde los ciudadanos estadounidenses de origen japonés eran obligados a vivir en barracas circundados por cercas de alambres de púas y torres de guardias.
“Campo de Manzanar, California.”
“La familia Mochida, en espera de la evacuación, las etiquetas servían para mantener unidos a los miembros.”
Una lección de Dorothea Lange
Dorothea tuvo una carrera larga y productiva, y una vida vagabunda.
Cuando la guerra terminó, terminaron también sus años más aventureros.
Sin embargo, en 1947, se enroló en la empresa que sería en los años venideros, el punto de referencia más importante en el mundo de la película, La Agencia Magnum, contribuyendo en primera persona a la fama y el éxito de la misma.
“Dorothea Lange, en una foto de Elliot Erwitt. 1955.”
Muere en 1965 por un cáncer fulminante en el esófago.
Fuerza, valor, sensibilidad y determinación han sido las cifras de su carrera artística y de su vida personal.
Pero a distinguirla más que otra cosa fue su capacidad de transformar cada adversidad en una oportunidad.
Mujer en un mundo donde no había espacio para las mujeres, abandonada por el padre, coja a causa de la poliomielitis … y no obstante todo esto, precisamente en el corazón de la crisis de la Gran Depresión, encuentra su vocación y transforma su vida.
Increíble, no crees?
Y no es una casualidad que, detrás de la miseria retratada en sus fotografías, sea siempre perceptible algo más: es la mirada hacia el futuro de la madre migrante, la mirada indómita de la esperanza.
“La cámara fotográfica es un instrumento que enseña a las personas como ver sin una cámara.”- Dorothea Lange