“Yo veo en blanco y negro, pienso en blanco y negro. El sol me interesa sólo porque hace sombra” Ferdinando Scianna
En la carrera de un fotógrafo como Ferdinando Scianna, los textos han siempre jugado un papel fundamental. Y si en los años Sesenta, en los inicios, imágenes y palabras tenían una propia existencia paralela, con el pasar del tiempo la necesidad del fotógrafo siciliano de acompañar las imágenes con sus propios textos se hizo siempre más urgente.
Sobre todo a partir del tercer Milenio, la obra de Ferdinando Scianna se volvió un unicum, tanto que se ha frecuentemente hablado de “foto textos” y de… un doble talento (único).
Además de esta mezcla increíble de palabras e imágenes gran parte de la obra de Ferdinando Scianna tiene por protagonista su tierra mágica, Sicilia.
La Trinacria como la ven los sicilianos, con el sentido de la familia y de las amistades históricas.
Y si estos son los contenidos más recurrentes, estilísticamente se nota en su fotografía una relación pictórica que el gran Henri Cartier-Bresson había inmediatamente notado.
Fiesta de San Alfio, Cirilo y Filadelfo, Tres Castañas (Catania), 1963
La historia de Ferdinando Scianna es la de un fotógrafo que se vuelve periodista. Pero también la de un migrante que de su tierra llega hasta el Norte de Italia y luego hasta París. Y de la capital francesa a New York, entrando a formar parte desde 1982 de la agencia Magnum, primer italiano en lograrlo.
Ferdinando Scianna: la biografía
Nacido el 4 de julio de 1943 en Bagheria, provincia de Palermo, Ferdinando Scianna crece en una familia de la pequeña burguesía siciliana estrechamente ligada a la agricultura.
La figura del abuelo materno, artesano de madera, tiene un papel importante en la infancia de Ferdinando: las esculturas de madera forman parte de los primeros años de su vida así como, algunos años después, las asiduas visitas al cine Corso, precisamente cercano a su casa.
Después de los estudios clásicos, y su primer interés en la fotografía, Ferdinando Scianna se inscribe en la facultas de Filosofía y Letras de la universidad de estudios de Palermo: seguirá varios cursos pero no completará sus estudios.
Cine Corso, Bagheria, 1961
La fotografía se vuelve muy pronto su principal pasión. Bagheria y sus habitantes son los primeros protagonistas de los primeros retratos.
El blanco y negro por el cual se volverá famoso Ferdinando Scianna está ya presente en las primeras fotos, que capturan escenarios íntimos y familiares. Atraído por la vida real, en particular por la realidad campesina, Ferdinando Scianna inmortaliza fiestas de pueblo y eventos locales, dando a sus imágenes los contornos de una realidad mítica.
1963 es un año clave porque a su primera muestra fotográfica llegó el escritor Leonardo Sciascia. Es el inicio de una amistad inmediata, una relación de afecto reciproco que se revelará fundamental para la carrera de Ferdinando Scianna.
Y de hecho los primeros frutos de esta colaboración se ven dos años después con el volumen Fiestas religiosas en Sicilia, con textos de Scianna.
En 1967 Scianna se muda a Milán; en un año inicia a colaborar como foto reportero con el semanal “L´Europeo”, volviéndose en seguida enviado especial y finalmente corresponsal en París.
Regresa repetidamente a Sicilia para documentar los rostros de su gente y las tradiciones populares todavía vivas en la isla. En 1977 publica en Francia Les Siciliens (editor Denoel), con textos de Dominique Fernández y Leonardo Sciascia y en Italia La villa de los monstruos (introducción de Leonardo Sciascia).
Al final de los años Setenta el nombre de Ferdinando Scianna es ya sinónimo de gran fotografía y de hecho en París, el artista siciliano conoce a la leyenda de su juventud, el fotógrafo que había influenciado su acercamiento a la lente: Henri Cartier-Bresson.
Con el francés colabora junto a André Pieyre de Mandiargues, para un volumen lanzado en 1984, Portraits. Dos años antes entró a formar parte de la agencia internacional Magnum Photo.
En los años Ochenta, las colaboraciones de Ferdinando Scianna con los grandes escritores contemporáneos son siempre más numerosas. Entre otros, Scianna estrecha amistad con Manuel Vázquez Montalbán, para quien, en 1989, escribe las palabras introductorias en Las formas del caos. Junto a las colaboraciones intelectuales, Ferdinando Scianna se dedica también a la fotografía de moda, contribuyendo de modo sustancial a la imagen de los estilistas Dolce & Gabbana, a partir de la segunda parte de la década.
Marpessa para Dolce & Gabbana, 1987
Con Viaggio a Lourdes, en 1995, Scianna regresa a los ritos religiosos que habían caracterizado su aprendizaje.
En este caso es en la pequeña ciudad francesa donde inmortaliza los rostros de los devotos frente a uno de los más grandes santuarios del mundo católico. En 1997 publica un volumen en el cual hace entrar imágenes más bellas de gente capturada durante el sueño. El libro se titula Dormire, fare sognare.
Dos años después publica los retratos del escritor argentino Jorge Luis Borges.
Jorge Luis Borges, Palermo 1984
Mezclando sacro y profano, realismo y glamour, Scianna es también muy demandado por las principales revistas internacionales como Vogue (América, Francia y España), Marie Claire, Grazia y Stern.
En 2003 sale Quelli di Bagheria, en el centro de un proyecto más grande que incluye un documental y varias muestras. El proyecto reconstruye la atmosfera y el ambiente de la juventud de Ferdinando Scianna, después de diversas búsquedas individuales y colectivas en su Sicilia.
Al final de 2006 Scianna presenta el calendario 2007 del Parque Nebrodi, con fotos de la actriz siciliana Maria Grazia Cucinotta. En 2009 publica Baaria Bagheria: dialogo sulla memoria, il cinema, la fotografía, con motivo de la película del conciudadano Giuseppe Tornatore, titulado Baaria.
Su última publicación como escritor es Lo specchio vuoto, de 2014, publicado después de Visti e scritti (del mismo año) y Ti mangio con gli occhi de 2013. Con Lo specchio vuoto, Ferdinando Scianna recuenta la historia de la fotografía trazando una correlación no explicita entre dos tipos de retrato: los de los muertos y las selfies.
Ferdinando Scianna: la técnica fotográfica
“Escritura y fotografía no se excluyen. Yo nací fotógrafo y me siento fotógrafo, pero fui periodista por veinticinco años, también escribiendo. Recuerdo que Sciascia, poniéndome en guardia, me dijo “ten cuidado, que te puede dar esquizofrenia”. Pero yo esta cosa siempre la he exorcizado considerándome un fotógrafo que escribe”.
Las palabras de Ferdinando Scianna acerca de su enfoque de la fotografía son clarísimas. La escritura y la fotografía no son dos caras “esquizofrénicas” de un solo artista, sino dos formas de arte contiguas que viven con serenidad dentro de un arte único, sin contrastes internos.
En la fotografía de Ferdinando Scianna el contexto juega un papel fundamental: la inmersión total en la realidad fotografiada. Conocer, más bien… vivir la escena que se para frente a nuestros ojos. Conocer a la gente de un lugar, sus costumbres y sus personalidades, pero también la comida que se consume en un pueblo o ciudad particulares, son experiencias imprescindibles para entrar de la manera correcta en una fotografía a la Ferdinando Scianna.
Bagheria, 1962
Y luego está la narración de un momento. Para un fotógrafo “que escribe” como Scianna, el aspecto narrativo es otro protagonista de su técnica o mejor aún… filosofía fotográfica. Tomar una foto sin una historia que contar es un ejercicio de estilo –cuando sale bien- que no tiene ninguna importancia sin que no haya detrás un mensaje que comunicar.
Con este enfoque, se necesita dejar caer todos los prejuicios. Hacia sí mismos y el propio “género” favorito, pero también hacia las superestructuras que se han acumulado alrededor de los sujetos a fotografiar.
Qué significa? Antes que nada, no pienses que tener una pasión necesariamente te obliga a probar siempre con los mismos sujetos. De hecho, es algo extremadamente limitante.
Secundariamente, existen los cliché para descartar: el estilo fotográfico que debe salir de una foto debe ser la expresión directa de cómo se ve el mundo.
Si existe un modo canónico de fotografiar la Tour Eiffel bueno… quizá sería el caso de personalizarlo. Un monumento no cambia nunca, es siempre el mismo, pero el modo en el cual lo vemos debe ser necesariamente subjetivo. Y lo mismo vale para las personas, los sujetos vivientes, se prestan todavía más a este prospectiva personalizada.
Para Ferdinando Scianna su guía fue Henri Cartier-Bresson, artista excepcional conocido sólo en edad adulta pero referencia de sus primeros pasos. Para cualquiera que decida acercarse seriamente a la fotografía es un aspecto fundamental: una guía es fundamental. Inicialmente será una referencia puramente de imitación, una referencia académica. Con el tiempo el estilo personal tendrá que salir. Lo importante es entonces desviarse de una guía sin olvidar su enseñanza.
Una lección de Ferdinando Scianna: el estilo
La fotografía de Ferdinando Scianna no es ni improvisación ni realización estética pura. Es la fotografía del conocimiento, la que profundiza en el sujeto que está detrás de su lente. La empatía entre el artista y el sujeto, humano o no, que está detrás.
Este valor añadido se ve sobre todo en los retratos, pero trasluce en cada foto de Scianna incluso en los colectivos en los cuales aparecen sus ya celebres “grupos” de personas de su Sicilia.
Y en todo esto se ve fuerte el magisterio de Cartier-Bresson, revolucionario de la fotografía que ha introducido la mirada dentro del reportaje, poniendo en segundo plano – sin negligencia, por supuesto – el resto de las cosas.
En una revolución, en una guerra civil, qué hace la diferencia en una fotografía? Ciertamente la ubicación, seguramente los enfrentamientos. Pero lo que hace única una imagen es la mirada, o el gesto no común. No es la convencionalidad a animar las fotos de Ferdinando Scianna sino su relación exclusiva con los protagonistas de sus fotos (sean conscientes o no).
La suya es una fotografía de contra tendencia respecto a la estética actual, lejana de las dimensiones culturales de nuestros días que de algún modo ha contribuido a una inflación de las imágenes, a una sobreexposición de las fotografías.
El suyo no es un arte estético o conceptual si lo prefieres. Los suyos no son cuadros donde interviene sólo ele talento del pintor, sino una mezcla entre la capacidad de quién está detrás de la lente y la “respuesta” de algo real que en un instante particular está de frente.
En su libro de 2013 Ti mangio con gli occhi una obre con muchísimas referencias a la comida, y sobre todo un libro sobre la memoria, otro rasgo de la poesía de Ferdinando Scianna. La memoria es un hecho colectivo como lo es la comida para su lugar: es uno de los indicios más importantes para comprender a un pueblo y su memoria. Y, regresando al título del libro apenas citado, la comida es mucho más que simple… cocina.
“Las fotografías muestran, no demuestran”
En esta breve máxima, está toda la filosofía de Ferdinando Scianna