Cuando pienso en Henri Cartier-Bresson, lo imagino como un arquero en posición de tiro…
¿Entiendes lo que quiero decir?
Lo veo que sostiene el arco con la flecha en posición, dobla la rodilla, toma la mira con concentración total mientras el cuerpo se vuelve uno con el arma, su extensión.
Y luego, en el momento decisivo, ni un momento antes ni uno después, relaja la tensión y dispara su flecha ….
Ves, la metáfora del arquero es simplemente perfecta para explicar el enfoque estilístico de Henri Cartier-Bresson, tan preciso para dejar una marca indeleble en el mundo de la fotografía y del arte en general.
Porque como para un arquero las flechas son preciosas y, por lo tanto, es importante no tirar al azar miles de ellas, así para Cartier-Bresson cada foto era importante, y debía dar en el blanco.
Veremos dentro de poco lo que esto significa exactamente, pero mientras tanto, comencemos a comprenderlo un poco a través de su frase más famosa:
“(La fotografía) es poner en la misma línea de la mira la mente, los ojos y el corazón. Es un modo de vivir” —
Henri Cartier-Bresson
Henri Cartier-Bresson: una larga vida en breve
Nacido en Chanteloup, cerca de Paris en 1908, crece en el ambiente burgués de una familia rica.
Con esta fortuna tiene la posibilidad de dedicarse a los estudios que prefiere, y emprende su recorrido estudiando pintura en la Universidad de Cambridge.
Aquí hace amistades que lo acercan al ambiente y a los círculos surrealistas de Francia del siglo XX.
Esta influencia, con sus temáticas humanistas de tipo psicoanalítico, es fundamental y constante durante el desarrollo de su carrera.
Mientras que gracias a estos conocidos tiene la posibilidad de asomarse al panorama intelectual de la época.
“Ezra Pound retrato de Henri Cartier-Bresson. Para obtener esta toma él y Ezra pasaron más de una hora mirándose uno a otro en silencio. Como si cada uno de los dos estuviese intentando elevar la máscara del otro para estudiar su alma”.
Los primeros éxitos no tardan en llegar, y en poco tiempo, Bresson comienza a organizar muestras, así como a interesarse en el mundo del cine, para el cual trabajará tanto como asistente que como verdadero y propio director en la cinta Return to Life (1937).
Durante la Segunda Guerra Mundial pone su talento fotográfico al servicio de las necesidades del conflicto.
“Sevilla,1944. A la par de fotógrafos del calibre de Josef Koudelka y Bill Brandt , la contribución de Henri Cartier-Bresson durante la guerra se mueve entre el arte y el testigo y logra dar nuevas perspectivas y nueva atención a aquellos días dificiles.”
Terminada la guerra y abandonada la Resistencia, conoce a un fotógrafo húngaro conocido con el pseudónimo de Robert Capa, y que se volverá a su vez una leyenda.
Junto a ellos decide fundar la que se convertirá en la renombrada agencia fotográfica del mundo Agencia Magnum.
De aquí en adelante, el éxito le regala gran libertad y le permite viajar por el mundo ejercitando su arte.
Sus testimonios reportan una nueva mirada sobre las realidades de numerosos países, mientras que sus retratos retoman artistas, pensadores y personalidades de renombre del siglo pasado.
Su fama se vuelve enorme y es así que incluso los museos más importantes del mundo piden poder hospedar muestras dedicadas a su fotografía.
Solo hacia finales de los años ‘70 comenzará a reducir su trabajo para volver atrás a su pasión por la pintura.
Muy celoso de sus fotografías las cuidará de manera casi maníaca al punto de que nadie pueda apropiarse de ellas indebidamente.
Cartier-Bresson muere a la edad de 96 años, el 3 de agosto del 2004, en L’Isle-sur-la-Sorgue en Francia.
No es fácil reasumir los elementos estilísticos y las influencias de una vida tan larga y productiva, y así he elegido hablarte, en seguida, de los que, según yo, son más significativos.
Henri Cartier-Bresson y la pintura
A pesar de los increíbles resultados que ha obtenido, Henri Cartier-Bresson pertenece a aquella categoría de fotógrafos-artistas que deberían llamarse “los indecisos”.
Precisamente como otros grandes fotógrafos su vida no siempre estuvo dedicada al objetivo fotográfico.
Su decisión de dedicarse por tiempo completo a la cámara fotográfica fue más un descubrimiento, sucedido casi por casualidad, cuando ya no era joven.
Tenía en efecto 23 años cuando comenzó; edad en la que para los estándares de la época la mayor parte de la gente ya había encontrado poco a poco su camino.
Mientras que en los años de su primera juventud y formación artística, sus pasiones habían sido más bien el diseño y la pintura, y esto tendrá una influencia fundamental en su manera de encuadrar el mundo.
Como pintor, Henri Cartier-Bresson no amaba construir imágenes de manera artificial.
En cambio, amaba la idea de poder fijar en la tela un momento, una imagen, un movimiento, así como lo veía delante de sus ojos.
Y el paso a la película sobrevino siguiendo esta lógica.
Henri Cartier-Bresson y la réplica de la realidad
¿Has visto las enormes mochilas de equipo con que siempre andamos nosotros fotógrafos?
Esto sería algo que Henri Cartier-Breson no aprobaría.
Amaba andar de paseo con un equipo esencial: a menudo, únicamente su mítica Leica con lente de 50mm, ya que esta le daba la posibilidad de replicar, ni más ni menos, lo que el ojo humano puede ver a través del objetivo.
(La lente 50 mm es, por definición, el formato “normal”, o sea el más similar a la visión del ojo humano. Para profundizar, ve al artículo sobre la distancia focal).
Sin embargo, gracias a su talento desmesurado, la “réplica fiel” de lo que el ojo humano ve podía tomar declinaciones muy diversas.
Y así, no hubo un único Herni Cartier-Bresson, sino diversas versiones suyas, todas geniales:
- Fue uno de los máximos exponentes del foto-periodismo, como adoraba recordarle su amigo Robert Capa
- Como un excepcional humanista, era capaz de relatar con sensibilidad a los hombres y a sus historias.
- Fue un artista surrealista, capaz de dar a muchas de sus fotos un toque “trastornado” inconfundible, a lo Magritte.
Y son precisamente su gran ductilidad y la capacidad de dar a una foto diversos planos y complejidad de lectura lo que lo hacen el más grande fotógrafo del siglo XX, sin duda.
“Henri Cartier-Bresson; Siphnos, Grecia, 1961. Nota la historia muy simple, humana, de una niña que corre hacia las escaleras, y la fusión perfecta con el surrealismo del contexto.
El juego geométrico de esta foto nos muestra cómo el fotógrafo sabía plegar las formas y el ojo del observador: en medio de un laberinto de casas blancas la mirada va hacia el punto de fuga, hacia la niña, gracias a un gran trabajo de framing, de volumen y de sombras.
La dinámica de la imagen y las sombras regulares de los escalones crean esta ilusión de movimiento, como si la imagen pudiese tomar vida de un momento a otro. Excepcional la puerta en primer plano, que parece casi el ojo ‘vivo’ de la casa, intentando mirarnos.”
Henri Cartier-Bresson y el momento decisivo
Como todos lo que tienen una técnica fotográfica excepcional, ¡Henri Cartier-Bresson tendía a considerar la técnica poco importante! (Lo sé, ¡también me causa enojo y envidia!)
Siempre estuvo convencido de que la fotografía era el 90% intuición y el 10% técnica.
Y si hubiese vivido en estos años de la era digital, habría sacudido la cabeza al mirarnos fotografiar.
Para él, de hecho, la posibilidad de tomar miles de fotos para luego seleccionarlas y descartar la mayor parte no formaba parte de su enfoque y de sus convicciones.
Su razonamiento en cambio era:
- La realidad contiene ya todo lo necesario: formas, colores, contrastes.
- Y contiene estas cosas en abundancia, ya que las imágenes existen en cualquier lugar, espacio y tiempo.
- Por lo que basta “simplemente” colocarse en el lugar elegido, en espera de aquella posibilidad, de aquel momento perfecto, y disparar solo cuando “el ojo, el cuerpo y la mente se encontraban alineados perfectamente”.
¿Verdad que ha venido a tu mente la metáfora del arquero, aquella con la que comenzamos? : ) )
“Lo que separa a una buena foto de una mediocre es una cuestión de milímetros” —Henry Cartier-Bresson
“Hyères, Francia, 1932. Una de las fotografías más famosas de Henri Cartier-Bresson. El fotógrafo elige un punto intrigante, un patrón de un pasamanos, escalones y una calle que se arremolinan en la misma dirección, dando a la composición un marcado punto de fuga. Pero lo que hace a la fotografía verdaderamente magnífica es la llegada del ciclista que se lanza siguiendo el movimiento general. La dinámica es palpable, la composición es irrepetible. Lo acabamos de decir: es cuestión de milímetros”.
Los temas de Henri Cartier-Bresson
Algo que debería ya haber saltado al ojo es la excelente capacidad de disfrutar las geometrías naturales y artificiales para crear un juego todo nuevo.
Bresson casi como un pintor, disfruta de las formas que se dan en el mundo buscando sabiamente acercamientos con los temas ideales.
El resultado es la completa reinvención de su contenido, una perfecta demostración de cómo el arte se inspira en la vida, de cómo la imagen de un cuadro surreal pude aparecer en el mundo cada día delante de un ojo agudo.
“Una fotografía muy curiosa y particular. Imaginen tener que encontrar el lugar ideal para su fotografía, en este caso, una extraña escalinata. Agreguen el sujeto, o los sujetos, una multitud de niños por ejemplo, e intenten imaginar qué historia y qué lugar pueden estar detrás de cada toma.”
En sus indagaciones sobre el hombre, Henri Cartier-Bresson fue también llamado por el mundo de los retratos, al que dedicaba una atención maníaca.
Amaba presentarse a casa de sus sujetos o los iba a buscar en lo que él definía como su “habitat”.
Obviamente para tenerlos en su intimidad, en medio a las paredes y a los objetos que mejor pudieran contar su historia. (Ahora parece obvio, pero no olvidemos que por siglos, en la pintura y luego en la fotografía el retrato era, por definición, “posado”, estudiado a fondo).
Aquí era silencioso como un gato, mientras trataba de mimetizarse con el ambiente y esperaba hasta que las personas, pasada la tensión del momento inicial, pudiesen estar cómodas, acostumbrándose a la presencia del fotógrafo.
“Foto de Matisse en su casa, 1944, Henri Cartier-Bresson. Nota la diferencia respecto a las fotos casi minimalistas vistas hasta ahora; y a pesar de esto, desde el caos de objetos emerge con fuerza la figura extraña y mítica del pintor Matisse”.
Una lección de Henri Cartier-Bresson, el ojo del siglo
La herencia de Henri Cartier-Bresson es, sin duda, la llave de vuelta del mundo de la fotografía.
Así como, sin sombra de dudas, él ha sido el fotógrafo más influyente, genial y completo de la historia de este arte.
Su misma visión de la fotografía, como hemos visto, es de una originalidad total: no está hecha de miles de pruebas en búsqueda de “la que es mejor”, sino que es la realización de una combinación única, en la que el fotógrafo se encuentra con una posibilidad de fotografía, y la elige.
Ninguno de los demás fotógrafos de la historia ha logrado igualar a Henri Cartier-Bresson en esta capacidad de tomar exactamente el momento decisivo.
Y ciertamente no lo lograremos tú o yo.
Sin embargo, te invito a hacer algo.
De vez en cuando, sal a fotografiar:
- Deja en casa tu arsenal de objetivos, y llévate solo una bella y luminosa 50mm.
- Olvídate de la función “tomas continua” de tu cámara digital, y de todas las otras magias tecnológicas
- Cierra la pantalla de liveview, olvida que puedes volver a ver las fotos recién tomadas cuando quieras.
- Decide deliberadamente que tus flechas de ese día sean limitadas: digamos 2 rollos de 36, no más.
Y luego, colócate en un sitio, espera y mira. Como el arquero que espera a lanzar su preciosa flecha.
Ahí tienes, esta es la lección que nos deja hoy Henri Cartier-Bresson: la fotografía para él es un ejercicio de precisión, paciencia, intuición.
“Fotografiar es contener la respiración cuando nuestras facultades convienen en captar la realidad fugaz; a este punto la imagen capturada se convierte en una gran alegría física e intelectual” —Henri Cartier-Bresson