El gran fotógrafo de quien te quiero hablar hoy es en realidad un gran escritor: Lewis Carroll, el mítico autor de “Alicia en el País de las Maravillas”.
El nacimiento de la fotografía ha ampliamente contribuido al desarrollo de la cultura visual que conocemos hoy. Sin embargo, en el curso de su historia, ella ha influenciado profundamente todas las artes tradicionales.
Con la difusión de la imagen fotográfica, los escritores han iniciado a sentir, siempre más, la necesidad de llevar la fotografía al interior de las novelas y de medirse con las posibilidades reales del nuevo medio.
Sobre este fundamento, la fotografía y la escritura han comenzado a confluir en un campo único, el de la narrativa, que no excluye la imagen a favor de la descripción, sino que utiliza ambos medios de expresión para crear nuevos caminos.
A partir del Siglo XIX, muchos escritores se volvieron fotógrafos y terminaron usando la fuerza expresiva de la fotografía al interior de sus obras literarias.
La tendencia a la representación de lo “visual” de hecho será el pivote alrededor del cual girará toda la literatura de vanguardia en Italia y en Europa.
Un importante acuerdo entre literatura y fotografías está presente en la experiencia de Lewis Carroll.
La vida de Lewis Carroll
Lewis Carroll, pseudónimo de Charles Lutwidge Dodgson, es el celebérrimo autor de Alicia en el país de las maravillas. Todos conocen la famosa novela, pero pocos saben que esta obra fue el resultado de una tarde en barco a lo largo del Támesis y que fue precedida por una larga serie de fotos.
Lewis Carroll nace el 27 de enero de 1832, en Daresbury- Inglatera – en una familia numerosa, con nueve hermanas y dos hermanos.
Desde niño, amaba entretener a sus hermanos contando historias absurdas y, desde muy joven, comenzó a publicar sus primeros cuentos en importantes revistas nacionales, como The Comic Times, y en periodicos locales, como l´Oxford Critic. Carroll buscaba un reconocimiento por parte de la sociedad y dedicarse a la fotografía fue quizás un intento de remediar su falta de talento para la pintura.
El descubrimiento de la fotografía
En 1856 Lewis Carroll llegó al Christ Church College de Oxford, donde se convierte en reverendo y comienza a enseñar matemáticas.
Fue precisamente en este periodo en que Carroll inició a acercarse a la fotografía. El nuevo medio artístico se reveló para él en el instrumento ideal para representar la propia visión del mundo, mucho más de los que fue la escritura.
Su búsqueda pretendía representar una belleza pura que reflejase una condición moral. Para este propósito, sus sujetos favoritos eran las niñas, casi siempre semidesnudas, para liberarlas de la representación victoriana de señoritas de la sociedad inglesa.
El estilo de Lewis Carroll
No obstante su maníaca búsqueda de la perfección, los retratos de Carroll son mucho más simples que los de sus contemporáneos.
A diferencia de los fotógrafos profesionales de la época, que usaban fondos convencionales y estereotípicos, Lewis Carroll solía fotografiar a sus sujetos en escenarios naturales: en el jardín, frente a paredes de ladrillo o escaleras. Nada artificial de hecho.
Por años se ha dicho que los retratos de Carroll eran menos potentes de los de Adamson o de la Cameron (grandes fotógrafos ingleses de la época). Sin embargo, él no aspiraba a nada más que a obtener una imagen bella y armoniosa.
Más de la mitad del trabajo de Lewis Carroll en nuestra posesión son retratos de niñas. La mayoría de las chicas retratadas escribieron su nombre en la impresión de la foto, por lo que sus nombres son casi todos conocidos. Antes de Alicia, la modelo favorita de Carroll era la joven Alexandra Kitchin (“Xie”), hija del reverendo George William Kitchin.
Carroll la retrató cerca de 50 veces entre los 5 y los 16 años, hasta que le fue negado el permiso de fotografiarla en traje de baño. A continuación algunas fotos famosas de Xie.
El nacimiento de Alicia en el país de las maravillas
En los años en el Christ Church College, Lewis Carroll conoce al rector, Henry Liddell, que se convierte en poco tiempo en su amigo.
Gracias a él, tuvo la posibilidad de conocer a toda la familia y de acercarse a sus tres hijas -Ina, Alice y Edith- con las cuales era frecuente hacer picnic y excursiones en barco.
Fue precisamente durante una de estas excursiones en barco que nació la idea de la novela. Carroll se había limitado a contar una historia atractiva a las niñas, pero Alice Liddell, le rogó transcribirla. Fue así que el primer manuscrito de la obra vio la luz, con el título de Alice´s Adventures Under Ground (Las Aventuras de Alicia Bajo la Tierra).
La idea según la cual el personaje de Alice, fuese fuertemente inspirado por la chica fue cuestionada por el propio Carroll, quien declaró que era una figura completamente inventada. Sin embargo, el universo literario de Carroll estaba ciertamente influenciado por la presencia de la pequeña Liddell y las fotografías que hizo con ella.
En las dos fotos que siguen, hechas respectivamente en el verano de 1858 y en la de 1860, Alice Liddell es retratada en poses muy naturales. En la primera toma, la pequeña se encuentra en el Deanery Garden y mira a la lente con la simplicidad típica de su edad.
La mirada es libre de cualquier embarazo, prueba de la relación privilegiada que la niña tenía con el reverendo Carroll. En la segunda toma, Alice está atrapada en sus pensamientos, sin importar lo que suceda a su alrededor. En el fondo, un muro de piedra enmarca las facciones de la niña.
La amistad entre Carroll y la familia Liddell se interrumpe en 1863, cuando los Liddell se mudaron nuevamente. En 1885, después de largos años de silencio. Carroll le mandó una carta a Alice –que mientras tanto se había casado con el jugador de cricket Reginald Hargreaves- pidiéndole la primera versión del manuscrito de Alice´s Adventures Under Ground.
En las pocas líneas a continuación, podemos leer claramente el tono nostálgico del escritor hacia su musa.
“Mi querida señora Hargreaves, imagino que esta le llegará casi como una voz de ultratumba, después de tantos años de silencio, y sin embargo estos años no han modificado en algún modo la nitidez del recuerdo de los días en los cuales nos escribíamos. Mi memoria está cansada (…) pero la imagen mental de usted que por tantos años fue mi amiga-niña ideal es más vivida que nunca. He tenido muchas amigas-niñas desde entonces, pero nunca ha sido lo mismo.”
Lewis Carroll: una figura controvertida
Frente a innumerables imágenes de niñas hechas por Lewis Carroll, muchos gritaron por el escándalo y nutrió la tesis de que fuese un pedófilo. Aunque es innegable encontrar, en el imaginario del fotógrafo-escritor, rasgos de obsesión por las niñas, esta teoría nunca ha sido confirmada.
Ciertamente Carroll estaba encantado por la fantasía y por la capacidad de abstracción de los más pequeños.
Los niños eran parte integral del inconsciente que daba vida a las historias y a las fotografías del reverendo. “Las historias y las fotografías tenían, para Carroll, la misma sustancia. – afirmó el crítico de la fotografía Diego Mormorio- desde el inicio, uno presuponía a la otra. La calidad imaginativa de sus historias es una con la literariedad de sus fotografías”.
Los estudiosos de la obra literaria de Lewis Carroll no se ocuparon nunca de su producción como fotógrafo si bien, un análisis de este tipo, habría garantizado una lectura diferente y más profunda de las Aventuras de Alicia.