Lewis Hine fue uno de los más grandes fotógrafos sociales de la historia y es gracias a él que hoy América puede recorrer fotográficamente las grandes transformaciones que la atravesaron en el curso del Siglo Veinte.
Antes que muchos otros, entendió la potencia de la fotografía como medio de denuncia, pero también como instrumento para celebrar la dignidad del trabajo y promover nuevas reformas sociales.
La fotografía de Hine no busca sorprender o escandalizar: su objetivo es siempre el de documentar y estudiar la realidad del hombre por lo que realmente es.
La vida de Lewis Hine
Lewis W. Hine nació en 1874 en Oshkosh, Wisconsin. Hijo de un veterano de la guerra civil y de una maestra, Hine estaba destinado a tener una visión única del mundo.
La muerte prematura del padre. A causa de una accidente, en 1892, obligó al joven a ocuparse financieramente de su familia. Comenzó muy pronto a trabajar en una fábrica de tapices para muebles: 13 horas de trabajo al día, por poco más de 4 dólares a la semana.
Dejó este empleo y se ganó la vida trabajando en una compañía de filtros para aguay después en un banco. Con grandes sacrificios, en 1900, logró inscribirse en la Universidad de Chicago, en la cual estudió Ciencias de la Educación, prosiguiendo sus estudios en otras prestigiosas universidades como la de New York y Columbia.
Habiéndose convertido en profesor de Sociología por la Ethical Culture School de New York, Lewis Hine fue ante todo testigo del nacimiento y el progreso de una gran nación a expensas de la justicia social.
Sus reportajes, centrados sobre todo en las grandes ciudades y en particular New York, son la contraparte “metropolitana” de los muy dramáticos reportajes rurales de Dorothea Lange.
Como observador, sintió la necesidad de sensibilizar a la opinión pública antes, a la política después, sobre el tema de la inmigración y de la indigencia rampante en América de los primeros años del siglo Veinte.
Fue entonces que se dio cuenta de la pobreza de las palabras frente al cambio que estaba invistiendo a la sociedad. Inició entonces a acercarse a la fotografía, como forma privilegiada de expresión. “Si supiese contar una historia con palabras, no tendría necesidad de ponerme detrás de una cámara fotográfica” -comentaba.
La transición a la fotografía y el documental en Ellis Island
En el primo decenio del siglo XX, New York se había vuelto la meta de muchísimos inmigrantes, provenientes más que nada de Europa, en busca de mejores condiciones de vida.
El fenómeno había ya alcanzado grandes dimensiones, suscitando sentimientos de intolerancia y malestar en los autóctonos. Hine creía firmemente en la educación como instrumento de transformación social, sin embargo, por sí sola, no era suficiente para analizar y denunciar lo que estaba sucediendo.
Para Hine, la fotografía se vuelve un apoyo a sus actividades de profesor, con el objetivo de hacer crecer generaciones conscientes y sacudir consciencias. Fue así que nació el reportaje en Ellis Island. Hine atravesó, con sus grupos, las calles del islote neoyorkino, principal punto de ingreso para inmigrantes que desembarcaban en los Estados Unidos.
Lewis Hine – Mujer Albanesa en Ellis Island
Los rostros de los hombres, mujeres y niños de Ellis Island, eran duramente puestos a prueba por el viaje, pero al mismo tiempo llevaban consigo la esperanza de un futuro mejor.
En su narración fotográfica. Hine no se contiene. Sigue a las familias migrantes a sus barracas, sucias y sin luz, y las retrata en sus miserables empleos mal pagados.
La primera dificultas –contaba él mismo Hine- consistía en comunicarse con los migrantes que no hablaban su lengua. Se requería acercarse a ellos con discreción, con sonrisas y pequeños gestos: era necesario que entendiesen que el fotógrafo esta allí para ayudarlos. Enseguida, dos fotos de familias migrantes italianas llegadas a Ellis Island
Lewis Hine – Migrantes italianos en Ellis Island.
El ojo de Hine no es sólo el de un gran fotógrafo: es el de un sociólogo que tiene el valor de mostrar al mundo el sueño americano, traicionado por la explotación.
Lewis Hine y la denuncia del trabajo de infantil
La elección de dedicarse completamente a la fotografía llega, para Hine, en 1908, cuando el National Child Labor Committee (NCLC) le comisiona una investigación sobre el trabajo infantil.
Para documentar las condiciones de trabajo de los niños en las fábricas, en las plantaciones y en las mineras, Lewis Hine viajó por 10 años, recorriendo más de ochenta mil kilómetros, entre Chicago y Florida. El trabajo infantil era considerado casi normal en la América del inicio del siglo XX.
Según una encuesta de 1907, más del 50% de la fuerza de trabajo en Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia estaba compuesta por niños de 10 años, la mayoría de ellos empleados en hilanderías de algodón. Casi 2 millones de niños fueron obligados a trabajar para satisfacer las demandas del auge económico y ayudar a sus familias a sobrevivir.
Realizar un reportaje sobre niños trabajadores era todo menos fácil: los jefes de las fábricas y de las plantaciones cuidaban de tener oculto a la opinión pública el fenómeno del trabajo infantil y no veían con buenos ojos la presencia de un fotógrafo.
Con el fin de documentar las condiciones de los niños, Hine a menudo se vio obligado a pretender ser un fotógrafo industrial, un asegurador e incluso un vendedor de Biblias. Junto con las fotos, Hine creó una especie de tarjeta para cada niño, en la que anotó la edad, los años de trabajo y el grado de escolaridad.
Las fotos de este periodo fueron realizadas en ambientes mayormente cerrados y en condiciones de poca luz. Por esta razón, todas las fotos son posadas (los tiempos de exposición necesarios para realizar fotos en condiciones de luz desfavorables impedían la realización de retratos espontáneos o, por así decirlo, robados).
Lewis Hine – Niño que vende periódicos
Las imágenes de Hine fotografían a los niños que trabajan en el campo, en las industrias, en las minas y en las calles. Miles de fotografías dan testimonio del abuso inaceptable de niños y la total falta de humanidad de la política que permitió todo esto.
Para Hine, la fuerza de estas fotos reside no sólo en su potente contenido, sino sobre todo en el cúmulo. Tomadas singularmente son eficaces, pero sólo la repetición y las similitudes de lo que es representado ponen realmente en evidencia que la realidad del trabajo infantil existo con toda su absurdidad. Estás fotografías, dieron la vuelta al mundo, sacando a la luz lo que antes era desconocido o quizá meramente ignorado.
En las fotos siguientes, se ven algunas niñas que trabajan en una fábrica textil americana. Hine retrata a estas niñas con los vestidos sucios y gastados, los rostros cansados y la maquinaria que las sobresale.
Entre las fotos más potentes de esta serie, sobresale la de la niña con la mirada perdida hacia afuera a través de la ventana, un mundo que no le pertenece.
Otra serie de gran impacto, es la de la recolectora de frutas del bosque, realizada en la factoría Jenkins, en Baltimore. La pequeña Laura Petty –este es su nombre- tiene sólo 6 años y trabaja como recolectora de frutas del bosque. Hine la retrata en medio a un campo, con el vestido arruinado por el trabajo y los pies desnudos.
Toda la fotografía de Lewis Hine encaja en lo que podríamos llamar una epopeya del trabajo. Con su experiencia como fotógrafo, Hine ha contribuido decisivamente al debate sobre el trabajo infantil que llevó, en 1916, a su abolición. Sin embargo, sus fotos no solo cuentan el lado inmoral del trabajo, sino también su dignidad.
Entre ellas, algunas se volvieron muy famosas.
Lewis Hine – El mecánico de la central eléctrica
La foto del joven mecánico, que trabaja en la bomba de vapor, es uno de los retratos de trabajo más famosos del fotógrafo americano y muestra a la clase obrera americana en un ambiente industrial.
El sujeto está atentamente colocado junto a la máquina de trabajo, con una llave inglesa en la mano, intentando hacer girar el mecanismo.
Reclinándose hacia adelante, el arco de su espalda recuerda la curva de la maquinaria que se cierne sobre él. La grandeza de la máquina y la belleza física del trabajador interactúan armoniosamente, en una representación icónica de la virilidad.
Lewis Hine – Construcción de el Empire State Building
La fama de Hine está ligada sobre todo a la documentación de la construcción del Empire State Building.
Esta obra fue llevada a término en sólo 13 meses, en pleno de la crisis económica americana. Detrás de una construcción tan imponente, realizada en el corazón de Manhattan, existe antes que nada un trabajo de equipo.
Como los grandes fotógrafos de guerra, Hine vivió junto a sus sujetos, aprendiando a conocer sus costumbres y sus aspiraciones.
3400 trabajadores contribuyeron a la empresa, cargando más de 360 mil toneladas de cemento y acero, y sin embargo no se sentían simplemente unos trabajadores. Cada uno de ellos tenía la consciencia de ser parte de un gran proyecto, un pueblo unido.
A más de 300 metros de altura, giraron en círculos sin protección y en perfecta sincronización con el andamio. Los trabajadores del Empire State Building se han convertido en el símbolo de la capacidad del hombre para realizar grandes hazañas, incluso en tiempos difíciles.
Al desarrollo del Empire State Building, corresponde al del estilo fotográfico de Lewis Hine. Las figuras se pierden en el fondo urbano en construcción e inducen a la reflexión. Junto a la expansión de New York, parece abrirse camino el intento del hombre de crear su espacio en el nuevo contexto urbano. Las fotos del Empire State Building, realizadas entre 1930 y 1932, fueron publicadas en el famoso recuento Men at work, poco tiempo después de la inauguración de la obra, registrando un éxito inmediato.
El estilo de Lewis Hine
Lewis Hine es definido como un “poeta de la fotografía”, gracias a su capacidad de comunicar el sentimiento de una época de un modo extremamente elocuente.
Hasta su muerte, ocurrida en 1940, Hine trabajó en un único tema fundamental: el trabajo. “Hine quería mostrar el mal para inducir la protesta y el bien para hacerlo un tesoro.” Dijo sobre él su colega Ansel Adams.
De la absurdidad del trabajo infantil, a los inmigrantes de Ellis Island, hasta la majestuosa empresa del Empire State Building, el trabajo es declinado en tosas sus facetas posibles.
Si en los primeros dos casos Hine subraya la explotación por parte de una nación, que traiciona las promesas de una vida mejor, en las imágenes del Empire State Building celebra la grandeza de los hombres, que se entrenan para realizar grandiosos proyectos.